El presente trabajo plasma parte de nuestro trayecto formativo en la educación.
Una de las inquietudes que se hace presente en los docentes es, que si aquello que se enseña a los alumnos de verdad lo aprenden y entienden en la forma en la que uno les habla y enseña.
El convivir con ellos, como es durante las prácticas de observación, hace que nos vallamos involucrando poco a poco en las actividades que realizamos juntos y nos vayamos entendiendo poco a poco, es más, se puede decir que hasta con una simple mirada ellos saben de lo que podemos hablar.
Hoy en día la docencia ha ido perdiendo su valor como tal, la labor educativa siempre es criticada por la sociedad, que si los maestros no enseñan, que si faltan a clases que sólo se hacen tontos, que sólo piden aumento y no trabajan.
Cuando uno es estudiante de la Normal, y convive con gente que asiste a la universidad, en el intercambio de ideas, surgen algunas preguntas por parte de las personas: -¿Qué estudias?, -Para maestro; -¡Ah lo más fácil y sencillo!, ¡Cualquiera estudia para eso! Y en ocasiones nos sentimos minimizados por esas personas, que creen que si no estudias en la universidad no eres profesionista.
Uno de los errores ha sido mencionar que la carrera de la docencia es lo más sencillo y fácil en la vida, pues preguntémonos ¿Qué hay con la labor educativa, la formación profesional, la exigencia a los cambios de la vida, y hasta cierto punto de evolución en el tiempo? La docencia es difícil desde el punto de vista que queramos verle, es un camino complicado por el andar de la vida diaria.
El convivir con los alumnos, entenderlos, tener paciencia, el darles cariño y comprensión, son aspectos que nos alientan a ser mejores profesores, amigos y compañeros de los estudiantes.
Si bien es cierto, la docencia es una palabra clave en la vida de estudiantes normalistas, ¿Quién no ha pasado por las manos de un profesor? Demos un salto hacia atrás en donde el profesor era la máxima autoridad, después del médico y el sacerdote, aquellos tiempos en que era visto como el ilustre, el sabelotodo. ¿Quién no guarda momentos gratos de su profesora? Una sonrisa, una caricia o un abrazo, ¿Quién no ha idealizado a su profesora?
En la actualidad la vida del profesor ha tomado un rumbo muy difícil por los cambios, el tiempo, la situación económica, etc. La difícil tarea que le es encomendada, y porque no, hasta el grado de ser parte de una familia, es el psicólogo, confidente, amigo, doctor y compañero. La noble profesión que permite poder ayudar a los alumnos, sin interés alguno, la confianza que depositan en ellos, eso hace mejorar día a día en la labor educativa.
En la sociedad se marca un gran abismo entre los padres de familia y los profesores, ellos son los que quieren mandar, ordenar, dirigir, y a todo este pensar: ¿Por qué se permite esto? ¿A caso como docentes no se tienen las herramientas necesarias para dirigir nuestro trabajo? ¿Es necesario que otras personas extrañas a nuestra labor nos dirijan, manden o lleguen a ordenarnos?
Es momento que nosotros como docentes en formación abramos los ojos y reflexionemos que en nuestras manos estará el dirigir una mejor vida para la sociedad, pues de nosotros dependerá que la estructura social tenga un cambio, y eso será a través de nosotros. Debemos tener apertura, una visualización más profunda, que nuestra labor no sea sólo enseñar, debemos construir el aprendizaje en el aula junto con los alumnos así como un acompañante y amigo.
Debemos hacer que aquel aprendizaje sea significativo en el desarrollo del alumno y le sirva no sólo para la escuela, sino que le sea útil y adquiera las herramientas necesarias para la vida. En nosotros está el cambio, no nos dejemos llevar por la apatía, el “ahí se va”, ¡al fin que ni se dan cuenta!
Por ello como futuros docentes tenemos que luchar por lo inalcanzable, soñar y hacer que ese sueño se convierta en realidad. Debemos ser transformadores de las generaciones que se pondrán en nuestras manos, ayudémonos, permitamos la apertura en nosotros mismos, desde el momento en que nosotros estemos a cargo de un grupo pondremos un granito de arena en los alumnos y los encaminaremos por la senda correcta.
Hay que ser honestos con nosotros mismos, ser profesionales, luchar y cuando cambiemos lograremos cambiar al mundo y su manera de pensar hacia nosotros.
Bien dicen que: “los doctores mandan sus errores al panteón, los abogados a la cárcel, los psicólogos al manicomio y ¿los maestros?.... a la sociedad”, en nuestras manos ponen el futuro de la sociedad, así que no podemos equivocarnos hay que tener bien en cuenta todo lo que podemos hacer, podemos lograr un gran cambio y que mejor que ese cambio sea para bien.
Nosotros como docentes nos sentimos realmente orgullosas de nuestra labor que hemos desempeñado hasta ahora ya que cada vez que practicamos en alguna escuela, son experiencias que nos ayudan a formarnos como futuros docentes, el poder ayudar hasta ahora a los adolescentes que hemos tenido en nuestras manos son satisfacciones que nos hacen sentir bien ya que en algunos de ellos dejamos plasmado un granito de amor.
Y si volviera a nacer y me preguntaran que quiero ser, nuevamente diría con entusiasmo y alegría “quiero ser maestra”.
Creado por:
-> Sandra Balderas Cortes
-> Adriana Guzman Gonzalez
BIBLIOGRAFÍA:
Los grandes mitos que sustentan el sistema educativo escolar. Ricardo Vázquez Chagoyán. Escrito
Un maestro ante la didáctica constructiva. Hugo Balbuena.
